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LEER CUENTOS DE LA MANO CON JOAQUÍN

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LA GENERACIÓN DEL 98

LA GENERACIÓN DEL 98

Jorge Eslava -En el país de nunca jamás

Jorge Eslava -En el país de nunca jamás Por Rubén Barcelli Suárez

El escritor ha confesado que su literatura infantil posee un mensaje subversivo. Jorge Eslava (Lima, 1953) está convencido de que es posible transformar la sociedad peruana contando historias de ensueño sobre seres tan humildes y cotidianos como las hormigas y los escarabajos. Así, oculto bajo un camuflaje de colores, intenta conspirar para que una nueva generación de peruanos aprenda a leer, a sumar y a contar, pero sin que se den cuenta.

Este –sedicioso– propósito no es propiedad única de su libro infantil “Cuenta bichos" (Alfaguara, 2007), que acaba de ser presentado en la Feria del Libro Ricardo Palma, sino que va más allá de su labor literaria. Es tarea de vida que atraviesa los distintos matices de un escritor polifacético con alma de revolucionario.

¿Cómo así parte la idea de escribir “Cuenta bichos", tu más reciente libro?
Fue Mercedes González, editora general de la editorial Santillana, la que me llamó la atención respecto a que había dejado de lado mi producción dirigida a los niños más pequeños. Así que me fui a casa con esa preocupación. Allí me puse a escribir un cuento casi como un ejercicio de creación. Era la historia de un niño que entra a su casa en un momento de silencio y empieza a descubrir ese microcosmo que son los insectos. Así se me ocurrió vincular el universo de los niños con el de los bichos, debido a que ellos, al estar a la altura de nuestra cintura, están más atentos a estas minucias de la que los adultos no prestamos atención. Y además por una preocupación didáctica. Pensé que el niño, al observar a los insectos con esos ojos pasmados, podría aprender a contar, a leer y a tomar su sopa.


¿De qué trata?
Es un acercamiento humano y humilde a los insectos, quienes en este libro forman parte de la travesura infantil. Dentro de ese cosmos de aventura, el niño va a aprender muchas cosas. El mundo animal –como el de los humanos– encierra mil y una maravillas. Es muy interesante saber, por ejemplo, que el hipocampo macho incuba los huevos de la hembra o conocer los detalles de la relación sexual de la Mantis Religiosa. Es maravilloso trasladar ese mundo a la literatura, el cual está lleno de cosas extrañas y fantásticas, que superan ampliamente la imaginación humana.
¿Tu literatura infantil posee un compromiso pedagógico?
No es el tipo de pedagogía vinculada al manual de colegio. He procurado, en mis más de 30 años como profesor de colegio, disolver el dedo del educador, que no se vean los anteojos, ni la pizarra ni la tiza. No obstante, creo que una buena película, una buena canción o una buena novela pueden enseñar de una forma mucho más sutil, no de forma explícita. El que esté dispuesto a sumergirse en esas aguas literarias emergerá renovado y con una visión distinta de la vida. A mí me interesa enseñar en ese sentido.

¿Te interesa “mostrar" más que enseñar?
Me gusta más el término “edificante", con relación a que un cuento o una película puedan edificar una concepción distinta del mundo. Provengo de una formación sanmarquina que me ha provisto de una visión y unas ideas acerca del ser humano, las cuales trato de plasmar en la literatura. Así tal vez pueda formar mejores lectores y mejores personas.

¿Esta postura es el resultado de tu experiencia como docente?
Claro. He pasado 15 años como profesor de colegio. He enseñado en primaria, secundaria, en institutos preuniversitarios, y he llegado a la universidad. He pasado por los distintos escalones de la docencia y espero que en algún momento llegue a ser Ministro de Educación.

¿Cuál es el tema central de tu literatura infantil?
Las relaciones familiares. El cómo se van tejiendo las relaciones humanas entre los hermanos, los primos, los abuelos, y sobre todo entre los padres y los hijos. Es un afán de desacralizar la literatura y acercarla a la realidad. Es obvio que después de 50 años juntos, los abuelos no se llevan bien, por más que se amen. Es natural que un anciano de 80 años haga travesuras y cochinadas dentro de su comportamiento casero y cotidiano. Me interesan esos múltiples matices que tiene el comportamiento humano dentro de la familia, que son motivo de comentarios y de risas entre los parientes en las reuniones familiares. Hay que atreverse ha llevarlos a la literatura.

También has incursionado en la literatura juvenil, pero no con la misma constancia
Es verdad. Mi primer libro dentro de este género fue una novela sobre un pirata que realmente existió, que perteneció a la tripulación de Francis Drake, y que fue traído al Perú para ser juzgado y luego ejecutado por la Santa Inquisición. Fue el primer pirata juzgado y ejecutado en Sudamérica. Ese dato histórico me intrigó, así que me puse a investigar sobre él y sobre esa época. Encontré muy poca información, lo que es favorable para hacer un trabajo literario de carácter histórico, porque muchos datos pueden terminar entrampando la literatura. Esa novela quedó entre las cuatro finalistas en el premio Casa de las Américas en 1993. Luego hay un salto muy grande hasta “Templado" (Alfaguara, 2004). Además, tengo una novela bastante avanzada que se llama “Es lo mejor para los dos", que nace de un personaje de “Templado". Es una perspectiva, más que adolescente, juvenil y de género femenino. Y como casi todos mis libros, vinculada a algunas experiencias de carácter autobiográfico.

¿Por qué no ha vuelto a escribir poesía si, por ejemplo, “Itaca" (Ediciones Copé-Petroperú, 1983), ha sido un libro tan celebrado y galardonado?
Esto va a sonar muy mal para mis amigos poetas. Lo que pasó es que la poesía me fue desencantando hasta el punto en que terminó por parecerme inútil. Tengo una visión del mundo muy vinculada a lo ideológico. Y para mí hacer literatura infantil es lo más revolucionario que puedo hacer. En algún momento decidí quedarme en el Perú para abocarme a la enseñanza. Mi contribución en esa área está en la literatura infantil y juvenil. Esa es mi misión.