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PORRASLECTURA

POESÍA

TERNURA

todo lo que es mi vida esta en tu vida
Tu alegria define mi alegria.
tu ternnura construye mi ternura.
elevándose a ti mi poesia,
consagrada a tu amor,se transfiguran

Tu mirada , perfecta como el dia,
¡que suavidad al corazon procura!
Sobre el vuelca siempre la armonía
interior que le amina en su dulzura .

Cuando te digo mia es por que siento
rondar cerca de mi tu pensamiento,
imagende la estrella y la rosa.

Todo lo que esta en mi vida esta en tu vida
como en el alba en el lirio sumergida ,
como el oro en la ardiente mariposa.

Ella hasta en la razon y el desatino
dueña de mi amor y de mi alegria.
en el agua diamante y el vino ,
uva y fresas bajo el dia .

Ella en la ausencia ,flor de la lejania.
En el recuerdo , voz de medolía
y en la nostalgia,fuego de esperanza.

Ella en la soledad tan solo mia .
desnudo amor que entre mis sueños avanza
como la forma de la poesía.

Manuel Felipe Rugeles







La influencia de los haikus en José Watanabe

La influencia de  los haikus en José Watanabe José Watanabe Varas. Nace en Laredo, 17 de marzo de 1945 - fallece en Lima, 25 de abril de 2007, fue un notable poeta peruano.

Nacido en Laredo, un pequeño pueblo al este de Trujillo, en 1945. Su madre Paula Varas, peruana, de origen serrano y su padre Harumi Watanabe, japonés de quien cuenta aprendió el arte del Haiku. Watanabe tuvo una infancia bastante pobre. Sus padres estaban destinados a trabajar en una hacienda azucarera del norte del país. Hasta que el destino le jugó a su familia una buena pasada. Se ganaron la lotería de Lima y Callao y viajaron a la capital de la provincia: Trujillo. Para que luego José migrara a Lima a seguir estudios superiores. Pero el recuerdo de Laredo quedaría siempre en su memoria. Por lo cual muchos de sus poemas se ubican espacialmente en ese sitio in illo tempore que hoy solo existe, con sus cuatro calles, en el imaginario creado por el poeta.

Su lamentable deceso ocurrió en la ciudad de Lima el 25 de abril de 2007, víctima de una hemorragia, originada por el cáncer al esófago que padecía.

Trayectoria
José Watanabe y la generación del 70
Considerado una de las voces insulares o marginales entre los Poetas Peruanos del 70, . En la cual encontramos voces tan dispares como las de: Antonio A. Cisneros, Abelardo Sánchez León, Rodolfo Hinostroza, Enrique Verastegui, entre otros. Esta generación está caracterizada por haber sido la más prolija en publicaciones periódicas, antologías, manifiestos y declaraciones colectivas a cargo de agrupaciones que confiaban en el poder de cambio social de la poesía, como Hora Zero y Estación reunida.

Watanabe, sin ser considerado integrante de alguno de estos círculos literarios, compartió mucho de su juventud con su generación, con quienes mantiene aún hoy una fuerte amistad. Pero mantuvo su literatura independiente de todo el trajín político. Lo cuál se hace evidente en su poesía, en la que las preocupaciones de la época, si aparecen, pasan inadvertidas. Es más bien producto y gracias a sus vivencias e íntima forma de escribir que gana en 1970 el primer premio del concurso Joven Poeta del Perú con el poemario Álbum de Familia.

Su afinidad con la tradición poética japonesa
También llamado poeta sabio, Watanabe busca trascender en su poesía. De su padre, no sólo aprendió el control de las manifestaciones emocionales, que llama refrenamiento; sino también y sobre todo la forma poética del Haiku, la expresión mejor lograda de la mirada oriental del mundo que, por los senderos del budismo zen y el taoísmo, busca a la naturaleza pura y real irradiando su misterio en cada observación. Es a través de este miramiento desinteresado, sereno y simplemente testimonial, que el poeta describe los fenómenos que percibe en su belleza inocente de toda prisa por vivir, de toda ideología y de toda pasión. Análogamente al refrenamiento, el haiku expresa esta voluntad de dejar que las cosas vivan y se den mientras el poeta queda inerte en la inacción, en solo la contemplación. Se convierte en solo ojos para ver y para nada más.

El Haiku es además la vía hacia el satori de la tradición zen o la iluminación. Esto es la fusión entre el sujeto y el universo, que lo lleva a la comprensión absoluta de la verdad, y a una gran paz silenciosa e inexplicable, que en el hinduismo es llamado samadhi. Este misticismo que no pertenece a ningún grupo social en particular sino a la humanidad toda, es lo que hace que uno se aproxime a la literatura de José Watanabe como a un clásico, que a través de sus sucintas frases nos hace unificar nuestros sentidos y vivir el aquí-ahora de sus ensoñaciones descriptivas y completas para extraer de estos momentos vacuos y delicados una enseñanza, que cada quién encuentra como un abismo.

Watanabe dentro de la poesía peruana
Pero nuestro autor no solo es heredero oriental de este laconismo contemplativo sino también cabe resaltar una tradición hispana en el uso de la palabra y en su humor criollo, que nos puede sorprender para lograr una sonrisa desprevenida con una de sus palabras que desmitifican al cuerpo del tabú y que rompen con el tono solemne, como en El baño
“si yo hubiera tenido tetas / serían / como las tuyas” o como en Canción “Pichi de mujer / no es pichi de hombre”.

Sus poemas no pueden ser considerados Haikus, aunque su efecto sea parecido. Sino que son más bien parábolas, breves narraciones que alegorizan situaciones humanas en las que cualquiera puede reconocerse y que trabajan muy bien el clásico tópico del carpe diem. También se ha señalado que bajo los nombres de Stéphane Mallarmé y Paul Verlaine, Watanabe se dejó influenciar la poesía simbolista francesa por la musicalidad de sus versos y la facilidad para la sugerencia, que no cae en moraleja sino en leve señalamiento implícito en el comportamiento y actitudes de sus personajes narradores.

Poemarios publicados
Álbum de familia (Lima, 1971)
El huso de la palabra (Lima, 1989)
Historia natural (Lima, 1994)
Path trough the canefields (Londres, 1997, antología de su obra poética)
Cosas del cuerpo (Lima, 1999)
Antígona (Lima, 2000, versión libre de la tragedia de Sófocles)
El guardián del hielo (Bogotá, 2000, antología de su obra poética)
Habitó entre nosotros (Lima, 2002)
Elogio del refrenamiento (Renacimiento, Sevilla, 2003, antología)
Lo que queda (Monte Ávila, Caracas, 2005, antología)
La piedra alada (Pre-Textos, Valencia, 2005-Peisa, Lima, 2005)
Banderas detrás de la niebla (Pre-Textos, Valencia, 2006-Peisa, Lima, 2006